Cuba tiene incorporado todo el repertorio de la risa: desde sonrisas «giocóndicas» hasta limpias carcajadas. A las cotidianas evidencias de esa afirmación se suma cada año el Festival Internacional de Circo Circuba, que acaba de concluir su 16ta. edición en el Complejo cultural carpa Trompoloco, del habanero reparto Miramar, pero que luego, sin quitar el polvo de sus lonas, ha llevado artistas por los caminos de nueve provincias del país en un periplo que solo concluirá el 10 de septiembre.
Así fue el recién concluido Circuba: mirando estrellas del país y de fuera, muchos aficionados acertaron en su pronóstico: con un acto que no se veía en la Isla desde hace 30 años, los funambulistas del Circus Studio Arena, de Bielorrusia, ganaron y se llevaron a casa nada menos que los dos lauros más queridos del Festival: el Grand Prix y el Carpa de la Popularidad. Dicho más claramente, conquistaron al mismo tiempo al jurado internacional y a los incontables «jueces» del público. ¡Casi nada…!
Además de esos, el encuentro, uno de los más importantes en Latinoamérica, otorgó los premios Carpa de Oro, de Plata y de Bronce, así como los correspondientes a interpretación masculina y femenina, artista revelación, imagen y crítica, junto a siete lauros colaterales internacionales y ocho nacionales.
¿Quiénes los confirieron? Los miembros de un respetable jurado, presidido por el español Antonio Álvarez, director del Festival Internacional de Circo de Albacete, e integrado por otras importantes figuras de Reino Unido, México, Rusia, Perú, Vietnam, Estados Unidos y Cuba.
Dedicado a las familias circenses —algunas de las cuales, en Cuba, muestran hasta cinco generaciones dedicadas a esta manifestación— el Circuba de este año reunió en los palcos y gradas de la carpa habanera a infinidad de familias que hallaron allí una opción alegre y económica para recrearse en este ardiente verano.
Para esta etapa, hasta septiembre, otros públicos —en las provincias de Sancti Spíritus, Santiago de Cuba, Guantánamo, Granma, Holguín, Camagüey, Ciego de Ávila, Pinar del Río y Matanzas— podrán disfrutar del espectáculo «Circo es…», que cuenta con artistas rusos, mexicanos, uruguayos y cubanos.
Este programa que continúa la saga circense del actual año refleja artísticamente en la carpa los estados de ánimo y sentimientos que embargan, en cada presentación, a los profesionales de este arte y a las personas comunes que aplauden porque primero se han sensibilizado con las acciones, las historias, el humor y el amor ofrecidos.
En algunas poblaciones distantes, el circo será esta vez más que una carpa y artistas: actuar en Maisí y Baracoa, municipios guantanameros azotados el año pasado por el huracán Matthew, permitirá a las figuras del elenco restaurar, por dentro y por fuera, sonrisas seriamente lastimadas.
Integrador como es, el circo lleva a esta gira, como invitadas, a estrellas solistas del Teatro Lírico Nacional de Cuba que enriquecen el cariz del espectáculo.
Mientras esta avanzada entretiene y divierte Cuba adentro, ese castillo circense que es la carpa Trompoloco está bien guardado porque en él pueden disfrutarse los «Ecos del Festival Circuba», compuestos por espectáculos de Compañía Havana, que hasta el 3 de septiembre ofrecerá variadas opciones.
Entre los pasajes inolvidables de este Circuba estuvo el espectáculo de apertura, encargado a la afamada directora de danza Lizt Alfonso, cuya compañía Lizt Alfonso Dance Cuba presentó su velada «Magia y sueños», muy aplaudida y recordada hasta hoy.
La edición de este año confirió un espacio singular a las artes plásticas. Por un lado, alumnos y profesores de la Academia de San Alejandro presentaron la exposición colectiva «El circo, otra dimensión», que en el vestíbulo de la carpa Trompoloco mostró cerca de 20 piezas que desde el dibujo, la pintura, el grabado y la escultura se asomaron y nos asomaron al universo circense.
Por otro lado, en el recibidor de la sala Avellaneda, del Teatro Nacional de Cuba, el fotógrafo español Josep Guindo abrió su muestra “En las redes del… circo”, un colorido homenaje de imágenes al Festival Internacional Circuba.
Compuesta por 40 instantáneas tomadas en este evento, entre 2013 y 2016, la exposición resultó otro argumento para quienes sostienen los amplios vasos comunicantes con otras artes que pasan bajo las carpas del mundo.
Hombre orquesta en sí mismo, Guindo, cardiólogo de formación, se ha dejado seducir –y ha sido seducido- por la fotografía, el circo, la danza, por Cuba y su gente… por la vida plena como manera ideal de sanar el alma humana.
De función en función, apostado frente a la escena, el artista estudia el clic como andanza por cuerda floja, en busca de ese instante mágico que, de sus cámaras-sombreros, sacan los grandes fotógrafos. Y sale ileso.
En fin, en Cuba cerró el Festival de Circo pero la carpa sigue abierta. Si en el primero participaron artistas, empresarios, periodistas, críticos, fotógrafos, profesores y especialistas de Argentina, Bielorrusia, Colombia, Chile, España, Estados Unidos, Francia, México, Perú, Puerto Rico, Reino Unido, Rusia, Italia, Uruguay y Vietnam que, en su mayoría retornaron a sus países, en las jornadas actuales sigue el asistente más constante: el público.
Ya sea mirando especialistas en malabares, cama elástica, barra rusa, ligas aéreas, excéntricos musicales, básculas acrobáticas, aros giratorios, payasos, dandys acrobáticos, trapecio, pulsadas o cuerdas aéreas, el público siempre se entrega. Y siempre hace, a la perfección, su número. Es entonces que, tras el telón, emocionado, el artista tiene que aplaudirlo.