Nuestro consultor para temas económicos, Juan Triana fue entrevistado por el programa de Televisión En Buen Cubano. Estas fueron las respuestas a tres de las interrogantes planteadas por los periodistas José Alejandro Rodríguez y Yosley Carrero, que el propio Triana quiso poner en blanco y negro para, previa autorización de los colegas, compartir en nuestro blog. Más adelante publicaremos el resto de material.
La economía cubana aspira a crecer un 1,5 % durante este año. ¿Sobre qué pilares se sustenta esta proyección y qué sectores pudieran contribuir en mayor medida ese crecimiento?
Lo que se ha declarado y hecho público indica que esos pilares son:
De forma general podría decirse que si los sectores que crecen tienen un peso ponderado elevado en el producto, entonces será posible que el PIB global crezca.
Sin embargo, subrayo que si el crecimiento se produce en sectores de poca significación estratégica para el desarrollo, entonces sus efectos sobre ese propósito serán muy reducidos.
Se definieron seis líneas fundamentales en las que se apoyará ese crecimiento:
- Incremento y diversificación de las exportaciones.
- Eficiencia del proceso inversionista y la participación de la Inversión Extranjera Directa.
- Análisis integral de las operaciones de importación y ejecución de los créditos.
- Sustitución de importaciones para mayor participación de la Industria nacional.
- Gestión de las cuentas por cobrar en el exterior. Fuente de ingreso que debe potenciarse.
- Gestión de los inventarios.
El Ministro planteó se priorizarán los siguientes sectores:
Agricultura, la ganadería y la silvicultura, (3,7%)
Industria azucarera, (0,8%)
Construcción, (8,8%)
Comercio, (20,1 %)
Transporte y comunicaciones (9,1%)
Sumados estos sectores tienen un peso ponderado en el PIB de alrededor del 42% por lo tanto, de crecer según lo planeado facilitarán alcanzar la tasa de crecimiento.
Cierto que el sector del comercio tiene un peso del 20,1% del PIB y su impacto en el desarrollo no es tan claro como en el caso del transporte y las comunicaciones o la construcción, sectores que sí son estratégicos en los esfuerzos de desarrollo del país y aparecen bien identificados en los ejes estratégicos.
Quiero destacar que en el caso de la economía nacional existe una alta dependencia del crecimiento del PIB de las exportaciones y de las importaciones, así que la disminución de las importaciones en un 11,2% respecto del 2018 obliga a un esfuerzo interno significativo. Se han realizado muchas investigaciones, trabajos de maestría y doctorado que han demostrado esa alta sensibilidad del crecimiento a las exportaciones y las importaciones, y el impacto de estos últimos con retraso de un año más o menos sobre el crecimiento.
Sin embargo, sigo sosteniendo que la gran fuente de crecimiento está en el cambio de las instituciones (reglas de juego) que permitan aprovechar mejor lo que hoy tenemos.
Para el 2019 han reconocido las autoridades que el crecimiento estará ajustado a los recursos propios del país, no se incrementará el endeudamiento externo del país y tampoco se renuncia al desarrollo… ¿Cómo se imbrican estos tres elementos de manera armónica?
El concepto de “armónico” en relación al desarrollo es bastante cuestionable desde la propia teoría del desarrollo, no obstante ello vamos a la respuesta de la pregunta. Una economía de recursos propios limitados, baja disponibilidad de nuevas líneas de crédito y con bajos flujos de inversiones extranjeras directas, que tiene a su vez una economía poco complementaria, tiene pocas alternativas para crecer y la vez impulsar el desarrollo. Es siempre un gran reto para un país que tiene una baja tasa de formación bruta de capital, y que genera poco ahorro interno, que padece de una secular alta dependencia de las importaciones tanto para producir exportaciones como para producir bienes y servicios para el mercado doméstico y bajos flujos de inversión extranjera directa.
Desde mi perspectiva lograr ese propósito requerirá primero que todo, alinear las “reglas de juego” a los propósitos del crecimiento y desarrollo. En otros términos, aumentar la coherencia entre estrategia, políticas e instrumentos, ello no implica mayores recursos, sino innovaciones en los “procesos regulatorios”; obviamente habrá que mejorar la eficiencia asignativa de esos recursos nacionales; incentivar una mayor complementariedad productiva de la economía; potenciar el rol de todos los actores económicos, incluyendo a la economía no estatal; y sobre todo, generar incentivos adecuados a esos propósitos. Se debe ser mucho más coherente con el propósito que lo que se ha sido hasta estos momentos.
Vuelvo a afirmar que estos procesos no generan “armonía” más bien generan rompimientos, que ninguno de ellos tiene efectos “garantizados” ex antes sino que son todos, igual que la economía, fenómenos complejos con más de una respuesta y por eso hay que “monitorearlos” sistemáticamente. Son casi todos desequilibradores del statu quo. Pero el desarrollo en sí mismo es un proceso multidimensional y muticomplejo y genera desequilibrios o mejor dicho es un proceso que lleva de un estado de desequilibrio a otro de forma constante.
Hay que tomar esos riesgos. No creo que podamos seguir dándonos el lujo de repetir fórmulas pasados que la propia realidad demostró que no funcionaban y que no conducían por el camino del desarrollo.
Las formas no estatales de gestión aportaron el presupuesto del estado el 12% de los ingresos totales en 2018. ¿Cómo evalúa la reciente puesta en vigor nuevas regulaciones para el trabajo por cuenta propia y que pasos habría que dar para integrar de manera más eficiente a este sector a la economía?
Pienso que esas formas estatales tienen aún mucho potencial y podrían aportar mucho más al país. Han sido definidas como complementarias del sector estatal (también durante un tiempo así definimos a la Inversión extranjera directa). Quisiera llamar la atención de que lo complementario no es ni marginal ni menos importante. De hecho, muchas veces lo complementario es decisivo para llevar a buen término una idea o un proyecto.
A mi juicio esas nuevas regulaciones tendrán que ser revisadas nuevamente, primero porque no responden adecuadamente a las necesidades actuales de nuestra economía y porque luego de aprobada la nueva Constitución de la República muchos de sus aspectos quedarán cuando menos descolocados.
Pero también porque necesitamos que el país crezca y se desarrolle, porque como aseveró el ministro de Economía para este año y probablemente para los venideros debemos contar mucho más con nuestros propios recursos y sin dudas ese sector que hoy agrupa a más de 1, 3 millones de personas puede ser mucho más productivo y generar muchas más riqueza.
Con respecto al trabajo por cuenta propia es obvio que en nuestro país hoy no solo existen trabajadores por cuenta propia, sino también empresarios. Sin dudas existe una diversidad de criterios acerca de su legitimidad en el socialismo cubano. Pero más allá de la discusión lo cierto es que ahí están y no parece que podamos prescindir de ellos. Creo que para todo el mundo está muy claro que son sujetos económicos muy diferentes. Entonces, ¿hay acaso peor asunto que tratar de igual forma fenómenos diferentes?
El segundo asunto que esas nuevas regulaciones no superaron es el de la lista positiva de oficios, empleos, negocios o como se les quiera llamar. Se ha dejado en las manos de los legisladores decidir cuáles son esos “empleos” permitidos y por lo tanto los que no se hayan permitido no es posible ejercerlos o acometerlos de forma legal. No sería mejor una lista negativa. Durante mucho tiempo hemos sostenido esta idea, no es algo que se nos ocurra ahora. El asunto es que la realidad es mucho más dinámica y las necesidades también lo son, y la forma de satisfacer esas necesidades requieren siempre de nuevos negocios para los cuales el Estado (socialista o capitalista) no tiene una respuesta adecuada ni en el tiempo ni en la forma, ni tampoco en el cómo.
Por último, esas nuevas regulaciones conducen a la precarización del empleo en ese sector al reducirlo a oficios que generan poco valor agregado, al no permitir que los profesionales ejercen por cuenta propia en sus profesiones (algo muy discutido y difícil en el caso de la medicina y de la educación, pero estas pueden ser de las profesiones que estén la lista negativa o se puede intentar una regulación que combine ambas cuestiones). Hoy que debemos defender nuestra fuerza de trabajo calificada permitir la existencias de otras muchas profesiones ejercidas de forma privada, o cooperativa.
Por esas razones es que considero que las nuevas regulaciones se alejan de estas realidades y que no contribuyen plenamente a conducir a ese sector por una senda de crecimiento cualitativo e incorporarlo de forma más efectiva a la construcción del socialismo que queremos.
El primer decreto sobre el trabajo por cuenta propia apareció en la segunda mitad de la década del setenta. Son casi cuarenta años de idas y venidas y de no terminar de entender, o mejor dicho de aceptar, su rol en una economía socialista e incorporar de forma proactiva esa realidad.
Es cierto que puede tener consecuencias no previstas, a veces incluso contradictorias, pero nuestra historia económica reciente está repleta de consecuencias no previstas. Nada tiene que ver esto con la calidad de la previsión, tiene que ver, en lo fundamental, con el hecho innegable de que la economía es, no me cansaré de repetirlo, un ente complejo, difícil de encerrar en teoremas, técnicas de pronósticos, ecuaciones lineales, fórmulas econométricas, etc. No es que estas no sean necesarias, es que debemos saber que al menos en economía el sujeto A no solo puede ser el sujeto A, sino también puede ser a la vez el sujeto B o parte de él. Que la previsibilidad tiene límites, que una regla o política no solo actúa sobre el entorno sino que también a la misma vez actúa sobre ella misma y tiene consecuencias que pueden en un plazo relativamente corto, convertirla en obsoleta.
Leí una vez que las malas políticas generalmente fueron buenas políticas que duraron demasiado tiempo, tendría que agregar que veces o casi siempre, las malas políticas son también políticas poco coherentes o incoherentes del todo con los propósitos para los cuales de diseñan o pero aun políticas que pretenden desconocer la realidad objetiva.