Les confieso que desde la primera vez que lo vi en aquella campaña electoral, Mr. Trump me recordó aquella canción de Alberto Cortez que decía: “ellos nacen ancianos y van enniñeciendo a través de la vida, los americanos”. Si no fuera por lo dramático que resulta para todos en este mundo de hoy, pues podría considerarse un buen chiste este ejercicio de Presidencia con ribetes empresariales a lo Trump.
Ayer jueves se hicieron públicas, por fin, las nuevas restricciones que el Departamento del Tesoro de Estados Unidos de América, cumpliendo las indicaciones de Marcos Rubio, perdón de Donald Trump, ha elaborado después de unos meses de “intenso estudio”.
El documento en sí mismo recuerda el lenguaje de inicios de los años sesenta, tienen olor a Eisenhower, uno de los Presidentes de la Guerra Fría, el mismo que pretendió derrocar a Fidel Castro en un plazo de dieciséis semanas. Esta vez la idea es la siguiente: “Hemos fortalecido nuestras políticas sobre Cuba para alejar a las actividades económicas de las fuerzas militares cubanas e instar al gobierno a avanzar hacia una mayor libertad política y económica para el pueblo cubano”, dijo el Secretario del Tesoro, Steven Mnuchin. Tamaña pretensión que repite el mismo error que el de casi todas las administraciones norteamericanas durante más de 60 años.
El texto es hipócrita en el sentido de que una y otra vez repite la idea de que se ha intentado evitar el daño a intereses estadounidense y de que también evitan el daño al sector no estatal cubano. Hoy es público que en los últimos meses se han producido decenas y decenas de cancelaciones de agencias de viaje norteamericanas ante la incertidumbre generada por el gobierno de Mr. Trump. Extraña que el señor Secretario del Tesoro sea capaz de repetir la idea de que el recorte y la limitación del comercio y el turismo no tendrán un impacto negativo en los negocios de aquellas compañías norteamericanas que ya desarrollaban una dinámica relación con el sector turístico cubano, y todavía más, que pretenda ignorar el impacto negativo que esa disminución del flujo de turistas tendrá sobre el sector privado cubano. Los turistas que se hospedaban en los hoteles de Gaviota comían en los restaurantes privados, esos que Mr. Trump dice defender e incentivar su expansión.
Hay, como era de esperar, una ignorancia descomunal en esas ideas. No fue la política del Presidente Bush hacia Cuba, ni la política del Presidente Obama, las que propiciaron los cambios que hicieron que el sector no estatal en Cuba proporcione empleo hoy a casi el 40% de la población trabajadora del país, por el contrario, fue la política impulsada por el Presidente Raúl Castro, prácticamente siete años antes de que las relaciones entre ambos países se restablecieran quién lo propició. Es nuevamente un pequeño error de apreciación de sus “asesores”.
Es cierto que el ataque está bien dirigido. GAESA es un grupo económico poderoso, sin embargo, adelanto algunos elementos que pueden ayudar a entender su lugar:
- Más del 60% del PIB cubano está en manos de empresas y sectores que nada tiene que ver con GAESA, por ejemplo, la producción de níquel, la de productos farmacéuticos y biotecnológicos, la de azúcar, la de ron, la de tabaco, la de derivados del petróleo. El ingreso por exportaciones más alto de nuestro país esta en los Servicios, en especial en los Servicios Médicos y otros servicios calificados, junto al turismo, donde, es cierto, Gaviota ha devenido en una de las compañías más importantes, pero no la única.
- En general el comercio con Estados Unidos se ha comportado a la baja en los últimos años, pues a pesar de la “apertura de Obama”, seguían existiendo restricciones importantes para que las empresas norteamericanas pudieran exportar hacia Cuba, en especial restricciones de tipo financiero.
- No tengo cifras del volumen de comercio de las empresas de GAESA con empresas norteamericanas pero, atendiendo a de donde vienen los financiamientos, y al tipo de productos que Cuba compra en Estados Unidos, no creo sea un volumen decisivo ese comercio.
- La inversión directa norteamericana en nuestro país, que yo sepa, no existe.
Es cierto que producto de la política de Trump ya existen afectaciones importantes en el turismo, pero no solo para Gaviota, para todas las empresas, las cubanas estatales, las cubanas privadas y las norteamericanas. La peor parte la llevarán lógicamente las empresa pequeñas, los arrendadores y dueños de restaurantes cubanos, que de pronto encuentran en Mr. Trump el mayor de todos los escollos, la mayor de todas las amenazas a ellos y a sus familias.
Aquella canción de Alberto Cortez dice también algo así: “Y creen que en el mundo no hay nada más importante que los americanos”(…)Napoleón para ellos, fue un señor italiano, que organizó el jaleo, sin americanos y creen que Waterloo, no lo hubiera perdido, de haber tenido la ayuda, de los americanos”.
Mr. Trump es ese vivo retrato. Es raro, que siendo un hombre de empresa, según dicen, gaste sus dineros (perdón los del contribuyente norteamericano) en asesores que se han especializado en perder una y otra vez la partida con Cuba. Pretender obtener resultados diferentes, haciendo lo mismo que sus antecesores hicieron durante sesenta años, es un buen ejemplo de lo que alguna vez Einstein definió como locura.
Pero ya lo hizo, ya la incertidumbre es un poco menos. Ahora nos queda a nosotros, los cubanos, volver a demostrar que está muy equivocado.
*Texto exclusivo de nuestro consultor el profesor Titular del Centro de Estudios de la Economía Cubana de la Universidad de la Habana, Juan Triana Cordoví.