Por estos días, al desandar la ciudad habitual, descubres maravillas. Eso es la Bienal de la Habana, un hervidero de arte que se desborda y ocupa los espacios más insospechados. A cada paso, infinitas posibilidades de interactuar con el creación artística de Cuba y de otras partes del mundo. La Bienal, han dicho sus organizadores, es un país. Es cierto. En ese evento, reconocido como uno de los más importantes de la región, se renueva la mirada sobre con el mapa de la cultura nacional.
Para EBM Marketing Solutions la Bienal ha sido un reto. Otra vez se pusieron a prueba todas nuestras capacidades y otra vez ha quedado nuestro sello en esa construcción colectiva que es la XIII edición de la Bienal de La Habana. El catálogo, impreso en Impresiones Selvi, estuvo a nuestro cargo y llegó en tiempo. Entonces, la noche de su presentación no podíamos sentirnos más plenos. Allí, ante ese libro cuidado y hermoso, que se hizo en tiempo récord teníamos una obra, como reconoció Margarita González, subdirectora de la XIII Bienal.
Pero luego hay más… como representantes de Clorofila Digital en Cuba nos llega la sana satisfacción de exposiciones de tanto éxito, como la del artista Gabriel Guerra Bianchini en pleno Paseo del Prado, obras impresas con la más alta tecnología y expuestas al aire libre o las cajas de luz que tanto llaman la atención en la expo de Alejandra González, una joven que destaca en el panorama de las artes visuales con un discurso muy interesante.
Sentirse parte de la Bienal, un evento en que tradicionalmente estamos involucrado de alguna forma, aviva la mirada entorno al modo en que, el “ambiente bienal”, impacta sobre los espectadores. Todos construimos lo posible en una isla que desborda talento y cuyo arte y mensaje está llamado a trascender las fronteras. En esta ocasión, según dijeron las autoridades, llegaron más de 300 invitados con proyectos individuales y colectivos y artistas de 52 países de África, Medio Oriente, Centroamérica y el Caribe, América del Sur, América del Norte, Europa, Asia y Oceanía.
Existen múltiples discursos y maneras de interpretarlos. Cada día ocurren decenas de actividades en el contexto de la Bienal que, además, ha salido de la capital para irse a provincias como Matanzas, Cienfuegos, Camagüey y Pinar del Río.
Los lugares más insospechados son transformados por los artistas. Con sus propuestas e interpretaciones de la realidad sugieren y cambian. En La Habana, por ejemplo, los niños agradecen especialmente la red de mangueras coloridas de las que brota el agua y con la que se divierten a lo grande. La obra dialoga especialmente con ellos, sin que lo noten del todo entre risas y gritos. La muestra Detrás del Muro, que ocupa un tramo del Malecón habanero, sigue convocando a muchos para convertirse en una auténtica postal citadina que toma por asalto las redes sociales.
Lo dicho, la Bienal es un país que, como fenómeno de masas, desacraliza el consumo artístico. Está la obra en sí y la reacción del público que completa la pieza. Uno de los sellos de la Bienal de La Habana es que no existe para circuitos de élites y mucho menos es arte solo para entendidos. En tiempos de Bienal desandas la ciudad y seguro descubres maravillas.